Nota escrita por: Por Diego Vázquez Comisarenco prensadvc@gmail.com
Fotos: Aníbal Mangoni
"Coplas del Valle" de Ramón Navarro, "Piedra y camino" de Atahualpa Yupanqui, "Romance del río dulce", poesía de Dalmiro Coronel Lugones con música de Juan Carlos Carabajal y Horacio Banegas, fueron algunas de las interpretaciones que el santiagueño, intercaló entre su repertorio de siempre. Melodías y letras apre(he)ndidas en el campo, entre familiares y amigos, entre paisajes interiores y exteriores. Que dulce que suenan en la voz de Raly Barrionuevo, hombre paradigma del Nuevo Cancionero contemporáneo, que en los inicios de este siglo veintiuno aporta nuevas obras al saber popular argentino.
Los musiqueros, el trashumante, el quichua, el campo y sus coplas, los recuerdos, los festivales, los circos criollos, las niñas lunas, las esperanzas que danzan, la disidencia a la puta corrupción, el hasta siempre al comandante son algunos de los gestos que Barrionuevo gusta hacer en vivo en cada una de sus presentaciones. Una cualidad de sus presentaciones: ninguna es igual a la otra, siempre se cambian de orden las canciones, se bajan algunas, se suben otras y el repertorio se renueva de adentro para afuera. Miradas cómplices acompañan chacareras y canciones de distinta carga energética: del ritmo rockero, al reggae hasta la canción que (nos) amansa. "Uno cuando sacaba la Zamba de Vargas en la guitarra se creía Aldy Meola", cuenta entre risas a poco de comenzar su espectáculo. Un constante coro de aplausos lo aclama.
Sin dudas, se ha transformado en un artista de culto, o lo han transformado en eso: descalzo por los caminos, sintiendo la tierra más tierra, el calor y el frío, Raly convoca multitudes en las grandes ciudades como Córdoba, Santiago, Buenos Aires y Rosario, y nutre a sus habitantes de ese dulzor similar al de la algarroba: ni tan dulce, ni tan amargo, como caricia al alma, trae noticias de su corazón de vez en cuando y comparte con miles de arterias, venas y ríos de sangre, su semilla.
Con una banda sólida, ha sumado al Príncipe del Bandoneón y a Edgardo Castillo en flauta traversa, al sonido que busca desde siempre y se sospecha que lo ha encontrado. Inquieto y muy tímido a la vez, intercambia posiciones con César Elmo, el percusionista. Toma el bombo y acompaña al Príncipe en una zamba. Cautivado por el sonido sachero que el hombre saca de ese bandoneón, le pide un chamamé, que viene sin dudas, con tierra santiagueña, cruzado de horizontes, alegre en el final. Ernesto Guevara, todo un símbolo, lo acompaña en las voces y en otra de las guitarras, un sostén importante dentro del sonido final. Cristian "Mono" Banegas, llena de graves el conjunto y acompaña con su bajo las cadencias de la música. Muy ovacionado, Banegas, hijo de Horacio, se luce cantando la bellísima zamba "Romance del Río Dulce" y baja apurado por las cajas, con sabores muy dulces de miel y aloja en sus aguas. Franco Ramírez, incomprendido por algunos, aceptado por otros, subió a cantar la "Chacarera de la Espada" junto a Raly Barrionuevo, tema que se incluye en el nuevo disco de Raly, "Noticias de mi alma".
Pensarlo a Barrionuevo como "el folklorista más rockero" o "el rockero más folklorista" es una discusión sin sentido. Que toque en un templo del rock no lo influye. Que distorsione chacareras y las punteé con guitarra eléctrica, en nada electrifica su mensaje.
Hay que entender a Raly Barrionuevo como un artista universal, con su alma abierta a la música y portador de un arte sin fronteras, ecléctico y fuera de encasillamientos. Imposible de rotular.
Los musiqueros, el trashumante, el quichua, el campo y sus coplas, los recuerdos, los festivales, los circos criollos, las niñas lunas, las esperanzas que danzan, la disidencia a la puta corrupción, el hasta siempre al comandante son algunos de los gestos que Barrionuevo gusta hacer en vivo en cada una de sus presentaciones. Una cualidad de sus presentaciones: ninguna es igual a la otra, siempre se cambian de orden las canciones, se bajan algunas, se suben otras y el repertorio se renueva de adentro para afuera. Miradas cómplices acompañan chacareras y canciones de distinta carga energética: del ritmo rockero, al reggae hasta la canción que (nos) amansa. "Uno cuando sacaba la Zamba de Vargas en la guitarra se creía Aldy Meola", cuenta entre risas a poco de comenzar su espectáculo. Un constante coro de aplausos lo aclama.
Sin dudas, se ha transformado en un artista de culto, o lo han transformado en eso: descalzo por los caminos, sintiendo la tierra más tierra, el calor y el frío, Raly convoca multitudes en las grandes ciudades como Córdoba, Santiago, Buenos Aires y Rosario, y nutre a sus habitantes de ese dulzor similar al de la algarroba: ni tan dulce, ni tan amargo, como caricia al alma, trae noticias de su corazón de vez en cuando y comparte con miles de arterias, venas y ríos de sangre, su semilla.
Con una banda sólida, ha sumado al Príncipe del Bandoneón y a Edgardo Castillo en flauta traversa, al sonido que busca desde siempre y se sospecha que lo ha encontrado. Inquieto y muy tímido a la vez, intercambia posiciones con César Elmo, el percusionista. Toma el bombo y acompaña al Príncipe en una zamba. Cautivado por el sonido sachero que el hombre saca de ese bandoneón, le pide un chamamé, que viene sin dudas, con tierra santiagueña, cruzado de horizontes, alegre en el final. Ernesto Guevara, todo un símbolo, lo acompaña en las voces y en otra de las guitarras, un sostén importante dentro del sonido final. Cristian "Mono" Banegas, llena de graves el conjunto y acompaña con su bajo las cadencias de la música. Muy ovacionado, Banegas, hijo de Horacio, se luce cantando la bellísima zamba "Romance del Río Dulce" y baja apurado por las cajas, con sabores muy dulces de miel y aloja en sus aguas. Franco Ramírez, incomprendido por algunos, aceptado por otros, subió a cantar la "Chacarera de la Espada" junto a Raly Barrionuevo, tema que se incluye en el nuevo disco de Raly, "Noticias de mi alma".
Pensarlo a Barrionuevo como "el folklorista más rockero" o "el rockero más folklorista" es una discusión sin sentido. Que toque en un templo del rock no lo influye. Que distorsione chacareras y las punteé con guitarra eléctrica, en nada electrifica su mensaje.
Hay que entender a Raly Barrionuevo como un artista universal, con su alma abierta a la música y portador de un arte sin fronteras, ecléctico y fuera de encasillamientos. Imposible de rotular.
Raly, su banda y la conexión con la gente
1 comentario:
me encanto como tocaron.. fue una noche increíble con amigos escuchandolos a ellos. en the roxy o en los pubs en palermo siempre van ese tipo de bandas que no hay que perdérselas!
cuando será la próxima fecha?
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