Tras largos días y noches de andar, el chasqui alcanzó el último tramo del camino que conducía a la morada del Rey Inca. Llevaba una singular ofrenda destinada al gobernante: tres gotas de sangre petrificadas, el precioso hallazgo fue recibido con mucha emotividad.En el Lago Titicaca, en tiempos pasados, se había construido el templo de las acllas: las vírgenes sacerdotisas del Inti.En ese sitio se encontraban anualmente el sol y la luna para fecundar los sembrados y asistir a la sagrada elección de quien heredaría la responsabilidad de perpetuar la sangre inca. (Leer nota completa en "historias de mi tierra")
Hemos podido dialogar con la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchu
-
Nos alegra haber podido tener como invitada especial en nuestra comunidad a
la hermana Rigoberta Menchú.
El intercambio de ideas nos sirvió a todos para ap...
1 comentario:
me gusto porque su amor era prohibido y etc
Publicar un comentario