Lector: Quiero que te imagines que estás parado frente al portón de aquella fábrica azucarera llamada Nueva Baviera –hoy desaparecida-. Desde tu imaginación, haz una retrospectiva a la década de 1940. Años de pobreza y postergación en esos pueblos del interior tucumano. Viviendas rancho. Calles apisonadas con carbonilla de las calderas de la fábrica. Niños descalzos. Hombres y mujeres analfabetos. Jóvenes soñando con ser mayores de edad, para conchabarse en ese infierno que comía hasta los huesos al emanar vapores ácidos.
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