08 abril 2008

Un poema de Lima Quintana hecho pìntura

Por Diego Vázquez Comisarenco
prensadvc@gmail.com

"El corazón de la gente
es el único que puede condenarnos
a la inmortalidad o al olvido
",
Hamlet Lima Quintana

Una pared en la estación ferroviaria de Haedo, partido de Morón, provincia de Buenos Aires tiene poesía: "Gente", de Hamlet Lima Quintana, ya se puede leer en uno de los andenes de la estación centenaria que día tras día ve pasar miles de trabajadores y trabajadoras, gentes necesarias, de las mismas que habla el texto de Lima Quintana. Trenes. Bocinas. Más gentes. Valijas. Despedidas. Una historia. Esperas. Un tren que para: adentro la radio, el mate y la charla amenizan la espera. Al costado de ese tren había un escenario donde se estaban leyendo textos de Hamlet y donde se cantaban sus canciones.
Mientras que se escuchaba un "¿Cómo hará Luisa, para inventar tanta ternura?" en la dramatización de dos actores, Dorita Giannoni tiernamente repartía entre la multitud, copias del poema-mural, el mismo que Carlos Terribili tradujo en colores: "el poema es una suma de tremendas imágenes significativas. No hay que imaginar casi nada, simplemente concentrarse y recordar escenas similares y las imágenes vienen solas: el que pone la mesa, el que da la mano. El poema de Hamlet es una maravilla y es muy fácil ilustrarlo porque te da un montón de imágenes ya. No hay que esforzarse mucho. Si lo hice bien o mal, es otra cosa".
El atardecer era naranja. Seguramente Hamlet, el poeta de la llanura, disfrutó de muchos como esos en su Morón natal. "Le estoy sacando fotos al mural, para Luisa que no pudo venir", decía Dorita, cámara en mano, mientras fotografiaba la obra para mostrársela a Luisa, viuda de Lima Quintana. Dorita Giannoni, compañera de muchos años de Armando Tejada Gómez y profesora de Literatura, Castellano y Latín, acaba de publicar, a través de la Editorial Patria Grande, dos antologías poéticas de Hamlet Lima Quintana.
Martín Sabatella, Intendente de Morón, rodeado de vecinos inauguraba el mural. De fondo de escuchaban bocinas. Pasaba un tren cada cinco minutos. "Castelar solamente", se escuchaba desde un altoparlante, mientras que Terribili definía: "el artista popular debe reflejar su tiempo, sobre todo el de las partes sociales que más sufren y que son las menos favorecidas por los sistemas dominantes. Yo asumo la obligación de representar esa parte de la historia que a mi me toca vivir y que a veces me molesta que esas cosas pasen. Entonces uso mi pintura, para dejar testimonio de esas cosas que uno lucha para que dejen de ser así y sean mejores".
Un prolijo Ricardo Passano, dialogaba con el público y recitaba la obra de Lima Quintana. Ancianos. Obreros. Niños. Más mates. "Telégrafo", "Recepción", "Trenes rápidos para afuera", son algunos de los carteles que colgaban de la renovada estación, luego de su parcial destrucción hace algún tiempo. Terribili destacaba: "la relación del artista con el espacio público, es usar el espacio público. No regalárselo a la publicidad y poder nosotros meter cosas supuestamente, entre comillas, de arte. Si es arte o no es arte lo mío no sé, pero mi idea es que no tenemos que pensar que la gente consume porquerías. La gente muchas veces, cuando abre un aparato de televisión, consume lo que le dan: están como prisioneros. Pero si nosotros a la gente de la estación, le podemos dar, también entre comillas, un nivel de cultura, esa gente después lo reconoce. Cuando yo pinté en Flores, había una cantidad de gente que iba a trabajar con un bolsito, que se paraba a preguntarme cosas y era fascinante darse cuenta de esa mentira: que a la gente le dan porquerías y come solamente eso. Es mentira".
Oscar Alem caminaba por el andén recordando al amigo, al que tanto musicalizó. Germán Lima, caminaba pensando en lo que diría o escribiría su padre al ver el mural. Gloriana Tejada caminaba también pensando en la amistad eterna de su padre, Armando Tejada Gómez con Hamlet Lima Quintana. Julio Lacarra, Enrique Llopis, Moncho Miérez y Cuty y Roberto Carabajal, pensaban la canción justa para homenajear al poeta de la llanura. Carlos Terribili describía perdiendo sus ojos en la pintura: "para el mural utilicé acrílico, sobre una base de madera. Las mismas que para pintar un cuadro" y destacaba: "tuve una ayudante que es Zulema Cribaro. Una sola porque lo pinté en mi casa, no lo pinté en la calle, entonces es mucho más fácil porque trabajamos bajo techo. Si tengo que nombrar a alguien es la maestra de Haedo, Matilde Laro que fue el origen de todo esto hace veinte años, por ella vine acá por primera vez y ahora vuelvo. Espero que esto haya superado aquello".

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